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FUNDACIÓN |
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SANTA MARÍA |
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DE LOS HUÉRFANOS |
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BREVE HISTORIA DE LA FUNDACIÓN
El Ilmo.
Sr. D. Lope Gutiérrez de los Ríos, Bachiller en Decretos, Protonotario de la
Santa Sede Apostólica, Maestrescuela de la S.I.C de Córdoba y Obispo electo de
Ávila en su testamento de fecha 21 de junio de 1.441 fundó un Patronato “post morten“ bajo la advocación de Santa María de los
Huérfanos, conocido en los primeros años por el de los Ríos, luego del Maestre,
hasta que afianzó su nombre en el de Santa María de los Huérfanos, por el que
hoy se le conoce. Sus fines acoger pobres y “si alguno de su linaje lo
necesitara, que le dieran todo lo necesario”. Aún faltaban 51 años para que se
terminara la reconquista y se descubriera América.
Llamó
como Patronos a los descendientes de sus padres, sin señalar línea preferente,
y que a la muerte del patrono se juntaran los demás familiares y eligieran el
que debía ser Patrono y llevar la administración del dicho Hospital (en el
concepto antiguo de la palabra que era el de hospedaje) y sus bienes; también
que hubiese un representante de la ciudad y otro del Cabildo de la S.I.C., que
no fuera persona de canónigo, para ayuda al Patrono en la administración, que
fueran llamados sólo por un año y que se les pagase la cantidad que dejó
ordenada.
Dejó la
Fundación generosamente dotada con bienes comprados por él (33 casas y más de
1.000 fanegas de tierra en las fincas Barchillón,
Perelada, Justa Martín y la Dehesa de Galapagares), que las leyes
desamortizadoras, como de todos es sabido, le restaron el 70%, sin que esto
quiera decir que estas fundaciones, a pesar de ser desamortizadas, se
perdieran.
Don
Alonso de los Ríos tuvo que dar forma al Patronato, obrar la Casa Principal
donde moraba Don Lope y afrontar varios pleitos que le pusieron, el primero por
no ser llamadas las mujeres a las líneas de los descendientes.
Su hijo
Don Pedro de los Ríos, el segundo Patrono, tuvo un pleito importante. Los
Caballeros 24 y los representantes del Cabildo, se reunieron en la Capilla de San Clemente, lugar
habitual de las reuniones del Cabildo, y decidieron llevar al Patrono a los
Tribunales por no estar conforme en no tener voz y voto en la fundación y Don
Pedro les animó a que se fueran.
La Real
Chancillería, después de oído a las partes, dio sentencia en que no había
lugar al que el Patrono negara la asistencia de los dos representantes por
estar llamados, pero siguiendo lo mandado por el Fundador, habría un Mayordomo
administrador, nombrado por el Patrono y sólo los representantes podrían pedir
y controlar las cuentas por un año.
Don
Martín de los Ríos, tercer Patrono (pensaban no volvería) se vio sorprendido
cuando intentaron tomar sus puestos. Se negó y tuvieron que volver a la Real Chancillería, la
que severamente amonestó al Patrono y amenazó con multa de 1.000 castellanos de oro para la
Cámara de S.M. Don Martín hizo caso omiso de la sentencia y la Real
Chancillería se vio obligada a tomar
serias medidas y si no acataba su dictamen rápidamente, iría a presidio.
Los
Caballeros 24 y los representantes del Cabildo estuvieron el año señalado.
Siempre se tuvo que contar con ellos por un año y no podían abandonar sus
funciones.
Los
siguientes años fueron de calma. La familia estuvo administrando bajo el
control de la Real Chancillería, por orden del Monarca, debiendo rendir cuentas
de la administración todos aquellos que fueren Patronos del tiempo que
administraron. En 1.723 pidieron Bula ratificando la Fundación.
En 1.734
es nombrado Patrono Don Juan de los Ríos, Canónigo de la S.I.C de Córdoba, sin
oposición por parte de la Junta familiar, pese a estar prohibido por el
Fundador, que no quiso a ningún Canónigo en la Fundación. Por muerte de su hermano fue nombrado tutor y
administrador de los bienes de sus sobrinos. Pasaron años y por una disputa entre
el Canónigo y su sobrino, totalmente ajena al Patronato, lo lleva a los
tribunales amparado en la
Real Orden de Junio de 1.767 que manda que los eclesiásticos no
estén ocupados en administraciones. Pide que lo quiten de Patrono y que rinda
cuentas; le acusa de delación en sus funciones y mala administración, siendo
apoyado por los demás familiares. El recurso fue estimado por la Sala.
No quedó
callado el Sr. Canónigo
después de los muchos años que estuvo Don Juan de Patrono. Apela
al Consejo de Castilla, tachando a su sobrino de sujeto pródigo y
despilfarrador. Falleció sin haber rendido cuentas y efectivamente, salió
deudor por cifras importantes que tuvo que asumir la testamentaria. Para evitar
malos entendidos con la Junta familiar, Don Lorenzo Gutiérrez de los Ríos,
hermano del Sr. Canónigo, se compromete a donar a la Fundación, como parte de
la deuda de su hermano, 6.000 reales de vellón.
No queda
aquí la actuación señalada. El Conde de Gavia fue elegido Patrono y no se sabe
si por los calificativos de su tío en los Tribunales o que otro motivo, se
dirige a la Real Chancillería de Granada con la petición de admitir por primera
y única vez a una mujer que administre y conduzca como Patrono. Logra que actúe
como tal la Condesa de Gavia. No fue brillante su actuación. Nombró un
mayordomo, que fue denunciado por ella misma a la Real Chancillería por el
despojo que hizo en la administración, por lo que le embargaron sus bienes.
En 1.795
hay un expediente instruido por Real Orden del Supremo Consejo de Castilla
solicitando informe sobre el manejo del Hospital de Santa María de los
Huérfanos a petición de la Junta familiar.
Vino a
una total degeneración
la Fundación tanto por parte de los administradores como de los
acogidos. Las habitaciones se traspasaban cobrando por ello, lo que no era necesario
puesto que los que las tenían eran poseedores de bienes suficientes para no usar esta
prerrogativa. Incluso se puso por uno de los administradores una timba donde se
jugaba dinero.
Con la
Revolución francesa, los Patronos y familiares desaparecen. Los franceses toman
posesión del Patronato, perdiéndose muchos bienes por parte de los
administradores. Este hecho fue denunciado por los alimentarios que allí
estaban, pero no se les pudo embargar al haber desaparecido de Córdoba. Tan
solo fue a la cárcel uno que estaba allí como alimentario.
Vuelve a
retomar la familia la dirección, nombrándose Patrono al Marqués de Cabriñana y ratificado por la Real Chancillería. Actuó con
seriedad y orden, pero tuvo que abandonar el puesto al ser encarcelado por
ideas políticas.
Se
proclama la Ley de 23 de Enero de 1.822, la cual
descargó un mortal golpe sobre la beneficencia particular, pasando ésta a ser
controlada por la Junta de Beneficencia, con la que tuvieron muchos
enfrentamientos los familiares. En 1.834 forman unos nuevos estatutos que
violaban totalmente los fines de la Fundación.
Llegan
las Leyes desamortizadoras y ponen en venta todos los bienes pertenecientes a
la Fundación. La Junta familiar protesta y los alimentarios ponen pleito que
pierden, al no contar con documentos que acreditaran su descendencia (ya que
estaban allí sin más documentación que apellidarse Ríos).
En 1.862
se constituye una nueva Junta de parientes y el Conde de Hornachuelos solicita,
como Patrono defensor de la Fundación de Santa María de los Huérfanos, se
suprima la subasta y remate de los bienes.
Después
de dos Patronos más (Antonio Gutiérrez de los Ríos y su hermano,) sucede en el
Patronato el Conde de Torres Cabrera.
Fue trágica la estancia
del Conde de Torres Cabrera en la Fundación. Quiso desde un principio poner
orden y exigir a los alimentarios que se identificaran, expulsando a muchos de ellos por
creer que no tenían las circunstancias requeridas para hacer uso de las
prerrogativas.
En
1.906, el Conde de Torres Cabrera se quejó al Director
General de Administración sobre los Estatutos que se hicieron en 1.834
por entender que se perjudicaba a la Fundación. La Junta Provincial de
Beneficencia le contestó que si no estaban vigentes
los dichos estatutos, tampoco lo estaba su nombramiento de Patrono, el cual
debía acreditar ante el Juzgado, como era preceptivo. Y esto es lo que tenía
que oír el Conde de Torres Cabrera cada vez que levantaba la voz.
En 1.907
vuelve el Conde de Torres Cabrera a la batalla, dirigiéndose al Ministerio de
la Gobernación y Administración y al Presidente del Consejo de Estado,
Conde de Romanones, remitiendo el expediente del Hospital de Santa María de los
Huérfanos. Contestan dando la razón al Patrono “se han de limitar a aplicar la
disposición del Fundador” siendo aprobado así mismo por el Ministerio del
Interior, el cual exigió que se llamase por edicto a los familiares y señores
del Cabildo y Ayuntamiento.
También
lo ratifica en 1.911 la Comisión Permanente del Consejo de Estado, donde dice
que los estatutos deben ser aprobados por la Junta de parientes y no se podrá
desobedecer la voluntad del causante, según ley de la Fundación.
El
Cabildo hace valer su derecho para intervenir en la redacción del Reglamento,
cosa que no admite el Conde de Torres Cabrera, pero ya los Tribunales habían
decretado con anterioridad que sólo lo debían hacer los familiares debidamente
acreditados.
Los
estatutos del Conde de Torres Cabrera, aprobados por los familiares, nunca se
pusieron en práctica por fallecer este. Se nombra Patrono interino a La Junta
Provincial de Beneficencia. Por parte de la familia se presentan el Duque de
Almodóvar del Valle y Don José Gutiérrez de los Ríos y se les expone que
acrediten con sentencia
la descendencia del Fundador.
En 1.925, el Ministerio de la
Gobernación y Administración de Beneficencia Particular decide instalar un
Asilo de transeúntes, llamándose por edicto a la familia del Fundador.
El
Gobernador Civil quiere quitar en 1935 a los alimentistas que no hayan
acreditado su parentesco y propone un Asilo de Mendicidad de pobres
transeúntes, con la prestación a los parientes. Se llama al Cabildo y
Ayuntamiento para que opinen al respecto.
Se
propone el derribo de la casa al haber servido ésta de hospital y alojamiento
por las inundaciones y una enfermedad llamada “piojo verde”, pero la Consejería
de Patrimonio Nacional lo prohíbe.
En 1943,
la Junta Provincial de Beneficencia quiere refundirlo con el albergue “Juan
José de la Colina” que no tiene bienes y ofrecen 34 fundaciones de Beneficencia
particular desaparecidas. Madrid se opone.
Se reforma en 1950 el edificio y el
arquitecto Don Carlos Sáenz de Santa María dice que la Fundación tiene las suficientes rentas para
efectuar las obras. Se pide permiso para crear una Casa Hogar de Protección a la
Mujer, a lo que el Ministerio de la Gobernación dice que acogiendo a mujeres
aunque haya niños, se cumple con los fines de la Fundación.
En 1.955
hay un escrito del Delegado General de Beneficencia y Obras Sociales de Madrid
donde se considera que “ La Fundación mejor dotada de
esta provincia es el Hospital de Santa María de los Huérfanos, precisamente por
conservar su patrimonio”.
Sin
embargo, en 1.962 se quiere vender la finca ya que, según se argumentó, entraba
en la expropiación de fincas mejorables, a lo que se opuso el Ministerio de la
Gobernación.
En 1.968
venden un solar lindante al Hospital, recuperado por compra por el actual
Patronato en 1999. Se concertó el Patronato con Auxilio Social, prescindindo
de la dirección del Patronato en cuanto a régimen interior y olvidando que la
gestión y administración del patrimonio fundacional corresponde a las personas
que ostentan la representación legitima.
1.972. -
El Delegado Nacional de Administración Social del
Ministerio de la Gobernación, sobre el expediente de modificación de fines,
pide que se manifieste el convenio con la Fundación mientras se hipoteca la
finca en 4.000.000 de pesetas para las obras de una Residencia de ancianos y
club social.
La
licencia del Ayuntamiento para las obras de reforma de la residencia de
ancianos y comedor de diabéticos llega en 1973.
Finalmente,
en 1.994 y tras dos pleitos con la Junta de Andalucía interpuestos por el
Excmo. e Iltmo. Sr. D. Eduardo Cabrera Marchesi,
Marqués de Villaseca, retorna el Patronato a la familia.
D.
Eduardo Cabrera entendiendo que el Patronato debía recaer en la familia
interpuso pleito (como también hicieron en su día Don Pedro de los Ríos,
segundo patrono y D. Martín de los Ríos, tercer patrono) para que el Excmo.
Ayuntamiento y el Cabildo fueran tenidos exclusivamente como meros censores de
cuentas. En dicho pleito, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de
Andalucía dice “…por más que otra cosa afirme la demanda, lo cierto es que las
personas que designaba el testamento actuaban como coadministradores del
patrono y por tanto participaban y no sólo como meros ayudantes en las tareas
de la Fundación”. Por lo tanto en el Patronato, desde
ese momento, existen dos representantes uno del Cabildo y otro del
Ayuntamiento, para acomodarla a la nueva ley de fundaciones, por lo que ha
entrado en una nueva era, en la que se pretende, junto con los nuevos patronos,
darle un impulso para intentar cumplir lo dispuesto por el fundador, aunque
adecuándola a las necesidades de los tiempos actuales.
El
Patronato pretende recuperar la magnificencia del edificio y llevar la
Fundación al esplendor que durante el tiempo que estuvo regida por la familia
le acompañó y cumplir la voluntad de un señor que hace ya mas
de 500 años fue iluminado para conocer las necesidades humanas y, gracias a su
caridad, sus semejantes pudiesen tener una vida algo mejor.
El
patronato entiende que las personas necesitadas de nuestras fechas son los
ancianos asistidos, sin recursos y sin familia por lo que intenta construir una
Residencia de ancianos asistidos, con pensión no contributiva y sin familia.
El
edificio (lo que ha quedado), es todo obra del siglo XVI y se utilizaron
materiales más antiguos aún. Hay constancia documentada de cómo la Junta
familiar cuidaba el edificio y adornaba con obras de arte (que han
desaparecido). La portada fue obra de Jerónimo Ordoñez, maestro de cantería en
1.580 encontrándose en el nicho central una escultura de la Virgen con el Niño.
En el
segundo patio claustrado, (o en lo que queda de él) los arcos son peraltados
como del siglo XVI, digno de catalogarse como cimacio árabe, ornamentados de
fines del siglo X, de
sumo valor por ser quizás el único que se conserva con tal carácter en Córdoba.
Así mismo, posee un capitel romano decadente, 5 capiteles visigodos, 2 de ellos
muy interesantes por no tener compañeros en la mezquita, y 5 árabes del tiempo
de Almanzor.
El
edificio estuvo declarado de interés histórico por la Delegación de Cultura, y debido
a su importancia se firmó un convenio entre el Excmo. Ayuntamiento de Córdoba,
Universidad de Córdoba y el patronato de Santa María de los Huérfanos para su
estudio arqueológico.
El actual patronato a cargo del Ilmo. Sr. D. Jaime Cabrera Muñoz, XIII Marqués de Ontiveros, pretende unir la labor social que la Fundación realiza, con la labor cultural debido a su larga historia. Para ello, al finalizar el actual convenio prevé la firma de un nuevo convenio para elaborar un profundo estudio de la historia de la Fundación, para aumentar así su propia identidad y dar a conocer una de las Fundaciones más antiguas de España.